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El reloj de 'Raúl Reyes'

Enviado por Infolaft el

Artículo por: Infolaft

El reloj Rolex que el comandante de las Farc, alias ‘Raúl Reyes’, portaba al momento de su muerte durante un bombardeo en Ecuador, ahora hace parte de la expocapacitación de infolaft y Lozano Consultores a través de la cual se busca crear conciencia acerca de la importancia de luchar contra el LA/FT. ¿Quiere saber cómo se consiguió? La respuesta a continuación.

 

Por: Alberto Lozano Vila

 

Un ‘lujo’

Recuerdo que en medio del asombro que sentí el primero de marzo de 2008 cuando supe del bombardeo en territorio ecuatoriano contra alias ‘Raúl Reyes’ un detalle me causó una enorme curiosidad: según la prensa, Reyes tenía alrededor de su muñeca un reloj Rolex, marca que ese año cumplía un siglo de fundada y que desde hace años fascina a famosos, deportistas, millonarios y, como consecuencia indirecta, a pretensiosos. No en vano, la historia de Colombia tiene varios capítulos de guerrilleros, paramilitares y corruptos que han hecho cualquier cosa por tener un Rolex.

Era lógico que el comandante de las Farc estuviera en territorio extranjero, que lo visitaran estudiantes mexicanas y que no tuviera los lujos del Caguán. Incluso, era lógico que Uribe desatara una tormenta internacional con tal de tener semejante trofeo de guerra y mostrarle a la guerrilla que ya no tenían madrigueras. Lo que no tenía lógica era que en medio de la oscuridad de la selva ‘Raúl Reyes’ tuviera un Rolex.

 

Medir el tiempo

Dicen que el tiempo es relativo. En la selva, según los relatos de los secuestrados, el tiempo parece detenerse y caer como gotas que se deslizan sobre las hojas al amanecer. Con su reloj, Reyes medía el tiempo. Tiempo para moverse de campamento y no ser detectado, tiempo para encontrarse por las radiofrecuencias con los miembros del secretariado mediante la voz prestada de una ‘radista’, quien coordinaba las acciones de una guerrilla que ya cumple medio siglo y está conformada por cerca de ocho mil integrantes.

Se sabe que los tiempos de la guerrilla no son los mismos que los de los políticos. El reloj de los políticos solo marca cuatro años en el calendario y un poco más si se les da la suficiente cuerda. En cambio, la guerrilla hace planes a cincuenta años y tiene una perspectiva histórica muy particular que le permite creer que llegar al poder es solo cuestión de tiempo. Con ese Rolex atado a su muñeca, Reyes medía el tiempo que les faltaba para llegar al poder.

Ya había pensado en todo esto cuando supe que la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) en liquidación –tal vez otro de los símbolos de la corrupción, del afán de apoderarse de los recursos públicos (o privados) y del dañino paso del tiempo–remataría varios bienes que habían terminado en su poder tras largos procesos de extinción de dominio. Vale la pena recordar que en Colombia los procesos de extinción del derecho de dominio contra bienes de narcos reconocidos, muchos de ellos ya muertos, duran hasta siete años. El Estado siempre ha sido más efectivo en matar a los delincuentes que en quitarles sus fortunas, pensé.

 

Expocapacitación

Desde hace tres años en infolaft estamos formando lentamente un museo itinerante del lavado de activos, también llamado expocapacitación, que busca educar a las personas para que no participen en operaciones de blanqueo.

La expocapacitación ha llegado a más de 12 entidades, y también estuvimos en Corferias mostrándole a la gente, con ejemplos, que no hay dinero fácil. Con esta iniciativa ya hemos capacitado a más de 12 000 personas en cinco ciudades de Colombia. Durante la conformación del museo hemos comprado objetos históricos de gran interés en materia LA/FT, tales como un ejemplar del diario The Herald Tribune de 1934 en el que se publicaron los seriales de los billetes marcados con los que se pagó el rescate del hijo de Lindbergh, una cajilla de seguridad de 1930 que perteneció a un banco suizo, una tarjeta personal de Bernard Madoff, una estatuilla de Carlo Ponzi (el inventor de las pirámides a principios del siglo XX), fichas del casino Flamingo (el cual fue propiedad de la mafia americana), una edición de 1979 de la revista Time, cuyo artículo de portada se titula “The Colombian Conection”, y en la cual se califica a Colombia como narco paraíso, y un ejemplar del periódico The New York Times del 12 de septiembre de 2001 donde se informó de los atentados contra las torres gemelas, entre muchos otros objetos.

También tenemos reproducciones de las camisetas que la fundación Fighters and Lovers vendía en Dinamarca para financiar a las Farc, una lata de la cerveza White Horse (propiedad de Al Capone), los pasaportes falsos de Augusto Pinochet (quien desvió millonarios recursos públicos chilenos a bancos extranjeros) y las cartas de extorsión de la ETA. No obstante, nos hacía falta algo para complementar nuestro museo: el reloj de Reyes.

 

Subasta

Nunca habíamos asistido a una subasta, ni tampoco habíamos negociado con la DNE, por lo tanto teníamos cierto nerviosismo. Nos preguntábamos qué tipo de gente asistiría a estos remates. Incluso llegamos a pensar que miembros de organizaciones narcotraficantes y de las Farc enviarían testaferros a comprar algunos bienes, en un intento algo irónico por recuperar sus activos. En este punto, hay que confesar que tuvimos algo de temor. Diana, la financiera de la oficina, hacía cálculos y nos ponía límites para la oferta económica.

Visitamos el show room de la DNE. En el primer piso del edificio acondicionaron una bodega –similar a un salón comunal de conjunto residencial– como sala de exposiciones. Al fondo, Pablo Escobar salía del más allá mirando a los visitantes mientras sostenía un taco de billar, en un cuadro que, según nos dijeron, había sido de su propiedad. Parecía inofensivo.

Los funcionarios de la DNE nos entregaron varios fólderes con los avalúos y la información de las piezas, y nosotros tomamos notas en una libreta para empezar el papeleo previo a las ofertas. Cuando buscábamos objetos de bajo valor comercial pero alto interés histórico como porcelanas, cuadros religiosos y libros que pertenecían a narcos reconocidos, un sujeto de pelo pintado y chaqueta de cuero nos miraba no muy discretamente. Nos dio algo de miedo.

Se ofrecían varios relojes Rolex y Cartier, algunos de ellos hechos con oro y adornados con vistosos diamantes, pero el que nos interesaba decía en su ficha descriptiva: “encontrado en el campamento de ‘Raúl Reyes’’’. Su número de lote era el 135. Estaba desbaratado, no daban fe de que estuviera completo y no lucía tan bien como los demás relojes, pero era el que queríamos para el museo. Durante todo este proceso aprendimos el procedimiento de subasta e hicimos la consignación del 10% del valor base.

Sobre el reloj había evidencia de que fue entregado al Banco de la República y examinado por varios peritos. Después de todo, si queríamos tener una pieza histórica, teníamos que conocer todos los detalles. La prensa y los comentaristas dijeron en su momento que no era extraño que los guerrilleros tuvieran ese tipo de lujos.

El primer día de subasta, 24 de octubre, compramos cuadros (litografías y óleos), extrañas estatuillas egipcias y varios objetos de decoración. El procedimiento no fue tan complicado, se escribía la oferta en un sobre y en cada ronda quien no lograra alcanzar el precio base era descalificado. Los compradores buscaban cuadros de pintores reconocidos y no iban tras las porcelanas rotas de la ‘Monita Retrechera’ o las vírgenes que adornaban los escondites de los Rodríguez Orejuela: sin embargo, nosotros sí.  

 

El gran momento

El viernes 25 de octubre era el día en que se subastaban los objetos más preciados. La mañana transcurrió con calma. Entre funcionarios, periodistas, compradores y acompañantes no éramos más de treinta personas en el salón. Una pintura que representaba una grotesca escena clásica de un hombre acercándose a los senos de una mujer con cara de sufrimiento mientras unos soldados romanos observaban, decoraba el salón. Era un cuadro de mal gusto que adornaba la sala a la espera de ser rematado. Tal vez el pintor quiso enviarle un mensaje a su narco-mecenas, pero hasta ahora nadie lo ha entendido.

El tiempo pasaba en bloques de cinco minutos, que es el tiempo que se tiene para llenar el formato con la oferta y ponerlo en el sobre cerrado. Algunos objetos tuvieron pujas interesantes y llegaron a ser necesarias varias rondas. Cuando los funcionarios de la DNE adjudicaban un bien, la sala aplaudía sin entusiasmo y se procedía a firmar un acta llena de párrafos de advertencias y salvedades.

En ese transcurso de tiempo se vendieron otros relojes. Nos llamó la atención un Rolex edición especial hecho en oro de 18 quilates y que perteneció a Pablo Escobar Gaviria, el cual se vendió en cinco millones de pesos. De igual manera se vendió un Cartier con diamantes en cerca de 16 millones de pesos.

Finalmente se inició la puja por el reloj de Reyes. Precio base: veinte mil pesos. Éramos solo dos personas pujando. Nuestra contendora era una señora con cara de no tener interés ni experiencia en este tipo de asuntos, pero que iba acompañada por un hombre que se movía como pez en el agua y le indicaba abiertamente qué hacer y qué decir. Sentíamos que nos quitarían el reloj, pues nuestro presupuesto era tan solo de dos millones de pesos.

En la primera ronda los dos compradores mostraron interés subiendo las ofertas, pero después de tres rondas era claro que de todas las personas que habían tenido conocimiento por la prensa del remate, nosotros éramos los únicos que estábamos dispuestos a pagar ciento cincuenta mil pesos por un reloj que se dice perteneció a Raúl Reyes. Ofrecimos ese monto –aunque hubiéramos pagado más- y nos entregaron el reloj con la advertencia de que, según el perito, era falso o ‘chimbo’. Ya lo sabíamos.

Según un artículo de El Tiempo de 2009, el entonces comisionado de paz Víctor G. Ricardo le regaló a Reyes el reloj Rolex ‘chiviado’ durante las conversaciones de El Caguán. Ricardo lo compró por 20 euros en una calle de Europa.

En estos momentos en que la guerrilla, desde la tranquilidad y el sin afán de La Habana, mide sus tiempos entre elecciones y reelecciones; mientras el país no ve la hora de acabar con el conflicto, pero ya se acostumbró a él como se acostumbra uno al tic tac de su propio tiempo; en esta coyuntura un simple reloj falso nos parece un objeto valioso para recordarnos a todos que en la selva no sirven los lujos y que los relojes solo sirven para medir el tiempo de los que sobreviven. Reyes se quedó demasiado tiempo en el mismo campamento y fue bombardeado. La guerrilla ya lleva demasiado tiempo en el monte. ¡Qué reloj tan ‘chimbo’!

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