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Las finanzas de las FARC

Enviado por Infolaft el

Artículo por: Infolaft

Del lector*

Fuentes de financiación

En la noche del 26 de Octubre de 2011 en el club ‘El Nogal’ de Bogotá, Álvaro Tirado Mejía comentando sobre el lanzamiento del libro de Eduardo Pizarro Las FARC (1949-2011): de guerrilla campesina a máquina de guerra (Norma 2011) dijo que le habría gustado ver en el libro un análisis más detallado de cómo han cambiado las fuentes de financiación de las FARC. Tirado sugirió que en un futuro cercano la minería podría convertirse en una de sus principales fuentes de financiación. El comentario del emérito historiador sin duda contribuye a prender las alarmas alrededor de un tema vital en la política económica de la administración Santos.


 

 

Vale la pena resaltar que la financiación de las FARC a través de la riqueza generada por la explotación minera no se enfocaría necesariamente en la extorsión a empresas trasnacionales, como tradicionalmente ha ocurrido, o en la extracción ilegal y su comercialización en el mercado negro,  como es el caso de las esmeraldas en Boyacá –a través del cual Víctor Carranza ha construido su imperio criminal. Sino que las FARC podrían también buscar financiar sus actividades incursionando en el mercado legal de acciones relacionado con el sector minero. Si hay algo que al parecer algunos frentes de las FARC han aprendido en los últimos años es la importancia de la versatilidad. Esto al menos sugiere un estudio dirigido por Carlos Medina Gallego y el equipo de investigación en Seguridad y Defensa de la Universidad Nacional.

El estudio de Medina y su equipo FARC-EP Flujos y Reflujos: la guerra en las regiones (Unal 2011) no solamente  sugiere que el Comando Conjunto de Occidente ha demostrado una gran versatilidad en mezclar medios legales e ilegales para mantener su capacidad de guerra, sino que también advierte que a lo largo y ancho del país los megaproyectos mineros se han convertido en combustible para alimentar el conflicto. Esto se debe a que las FARC aprovechan la insatisfacción de ciertos sectores de las comunidades para oponerse a la explotación minera y reforzar la influencia de sus estructuras políticas –ya sea el Partido Comunista Clandestino ó el Movimiento Bolivariano. No obstante, al mismo tiempo, ciertos Frentes se benefician económicamente de la presencia de dichas multinacionales qué cuando no tienen otra opción terminan pagando extorsiones para garantizar el desarrollo de sus megaproyectos.

Lo cierto es que ninguno de los dos libros se enfoca en estudiar y exponer las nuevas formas de financiación de las FARC porque ambos libros buscan exponer las transformaciones operativas y tácticas de las FARC. Mientras Pizarro cuestiona el tradicional marco temporal de las FARC, trazando sus orígenes en la combinación de formas ilegales y legales de lucha que emergen en los años 30 y se mantienen hasta hoy, Medina hace un análisis regional de las transformaciones sufridas por los diferentes bloques de las FARC en su lucha contra las fuerzas armadas (legales e ilegales). Por tanto, las reflexiones sobre la financiación no van más allá del argumento común que las FARC hoy en día se financian menos del secuestro y la extorsión y más del tráfico de drogas. Valdría la pena producir una investigación como la de la Fundación Nuevo Arcoiris, La economía de los paramilitares (Debate 2011), para tratar de entender la compleja estructura de esa red irregular económico-político-militar que son las FARC. Por el momento, la publicación en el último mes de los libros de Pizarro y Medina muestra que las FARC  están siendo objeto de una lectura más sopesada que durante la administración Uribe. Es en este contexto que ambos autores concluyen  que hoy las FARC son un actor político debilitado con el que se puede negociar.

Sería aventurero predecir como el sector industrial y la opinión pública en general reaccionara a estos dos libros, lo que sí está claro es que un amplio sector de actores públicos cercanos y lejanos al Establecimiento están apostando de nuevo por una salida negociada al conflicto armado en Colombia. Falta ver si la lectura de estos libros hace que los sectores del Establecimiento que se inclinan por la salida negociada al conflicto cuenten con el apoyo del capital transnacional.

 

*Andrei Gómez-Suárez es investigador asociado en Seguridad Internacional de la Universidad de Sussex (Inglaterra) y académico visitante en el Centro de Recursos para el Análisis de Conflicto (CERAC-Bogotá).

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